El visual merchandising no tiene como único objetivo una tienda más bonita, ni es una estrategia solo de grandes marcas con recursos, es una herramienta para aumentar la venta, la fidelización de clientes y aplicable a todo tipo de comercios. Cuando hablamos de visual merchandising nos referimos a todas las acciones a nivel de imagen comercial que podemos llegar a cabo para atraer la atención de los clientes, tanto en la fachada y escaparates de nuestras tiendas como en el interior de las mismas.
La estimulación es clave
Tenemos que confesar que entramos en muchas tiendas y en algunos casos no llegamos a sacar las manos de los bolsillos, es posible que esta estampa te resulte familiar. No es que seamos malas personas, es que nada de lo que vimos nos motivó lo suficiente para interactuar. Esto es lo que una tienda debe evitar a toda costa.
La competencia y la cantidad de alternativas que ofrece el mercado hace que sea imprescindible lograr captar la atención de los consumidores. Tienes que conseguir transmitir cierta energía y despertar los sentidos del comprador, de tal forma que apenas puedan resistirse a coger los artículos y llevárselos a casa, pasando claro está, por caja.
Un proceso sensorial
Por supuesto, no es tan rápido ni tan simple. Pero este el objetivo que tienes que tener en mente a la hora de trabajar tu visual merchandising. La reacción de compra no se produce de forma tan inmediata siempre, pero es fundamental lograr captar por unos segundos la atención del público.
En esa pequeña fracción de tiempo, consigues tu objetivo. Salta la chispa y hacemos magia. Si consigues estimular su percepción y mantener por un momento su atención sobre alguno de tus productos, se producirá la conexión con tu marca y tu tienda.
Quizá no compren en ese preciso momento pero se acordarán de ti cuando dentro de unos días lo necesiten o vean algo parecido en otro lugar o a otra persona. También es muy posible que compartan su experiencia y nos recomienden a sus amigos, de tal forma que estás también, creando experiencias de compra agradables, atrayendo tráfico a la tienda, fidelizando a tu público e inevitablemente aumentando las ventas.
Con los sentidos
La tienda es un conjunto y la estrategia o tema visual que presentes en el escaparate debe ser el mismo que se encuentre el cliente cuando entra en el establecimiento, nos referimos con esto a elementos decorativos, colores y por ejemplo carteles. Es frecuente pensar que con un bonito y original escaparate es posible atraer al cliente y así es, pero tienes que ir más allá para que eso se refleje en tu caja.
Es muy recomendable reproducir una exposición similar a la del escaparate justo en la entrada de la tienda (siempre que por espacio y tipo de producto sea posible) para que el cliente pueda acceder a lo que ha podido observar en el escaparate, de manera que aprecie mejor sus formas, texturas y colores y le permitas completar el impacto visual inicial que ha recibido a través del escaparate con la manipulación del producto a través del tacto, ahora ya dentro de la tienda.
La iluminación es otro pilar para una correcta percepción visual de tu establecimiento, dentro y fuera de la tienda y sobre la que hablamos en otros artículos del blog. Para completar este recorrido por los sentidos de nuestros clientes tengo que recomendaros que estimuléis su oído con música que cree ambiente, acorde una vez más, en ritmo y volumen con el estilo de vuestra marca y cliente objetivo.
Y el olfato. Una de nosotras trabajó durante un tiempo en una tienda de moda que utilizó muy a conciencia esta estrategia con un ambientador casi diseñado a medida. Pasado mucho tiempo hemos podido reconocer de inmediato en otro lugar ese olor, en este caso una conocida marca de mobiliario y decoración. El aroma puede transmitir sensación de limpieza, de naturaleza, de dinamismo, sensualidad, etc.
Renovarse… o aburrir
En lo que a escaparates se refiere, no debemos establecer como únicos los cambios los referidos a las temporadas del año de primavera, verano, otoño e invierno. Lo ideal sería hacer uno al mes aunque somos consientes de la dificultad de llevar esto a cabo, al menos hay que hacer un mínimo de seis. Tampoco estos seis cambios mínimos tienen que ser los cuatro fijados en las temporadas más otros dos.
Si el presupuesto no es muy elevado es mejor plantearse dos cambios principales primavera-verano, otoño-invierno, a los que sumar periodos de rebajas, navidad y elegir entre lo que más se adecue a nuestro público objetivo (vuelta al cole, hallowen, carnavales, día de los enamorados, día de la madre, día del padre, comuniones, fiestas patronales o acontecimientos especiales tipo las olimpiadas). Lo mejor es establecer un presupuesto anual y repartirlo para al menos poder hacer un guiño a cada uno de estos acontecimientos.
Y dentro de la tienda, hay que mover el producto. Es recomendable cambiar el estilo y la disposición de los mismos dos veces al mes, si no es posible mínimo una. Según lo que vendamos, agudizaremos el ingenio para hacer nuevas combinaciones, colocarlo de forma creativa y sugerente, accesible y que invite al cliente a probarlo y valorarlo.
¿Y tu que piensas sobre todo esto? Nos encantaría que te animases a dejar tu opinión más abajo en los comentarios =)
Imágenes via pinterest.
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